lunes, 9 de abril de 2012

81 años

Las manos de mi abuela.
Yo la escucho y ella me sigue contando con tanta precisión... el aprendizaje que le dieron sus primas sobre natación, su inmediata fascinación por ese deporte, su gusto por saltar del trampolín, su primer trabajo como bordadora en el taller de costura de las monjitas, su segundo trabajo como auxiliar de enfermería del hospital de Cartavio, su disgusto por la sangre, y consecuentemente su regreso al taller de costura, su enamoramiento de adolescente por mi abuelo, su despedida de soltera organizada por las monjitas del taller, su matrimonio a los 23 años, la emoción de mi abuelo al elegir la casa para ella, el nacimiento de mi madre y posteriormente de mis tías y tío, su dedicación por sus hijos, sus madrugadas lavando ropa a puño, su amor por mi abuelo demostrado en los cuidados que le daba, los métodos para espantar a los pretendientes de sus hijas, la enfermedad de mi abuelo, la agonía de mi abuelo, la tristeza luego de quedarse sola, el mensaje de mi abuelo en su sueño, el matrimonio de mi madre y luego de sus otras hijas, su felicidad que ya no volvió a ser la misma, su corazón que nunca dejó de amar a mi abuelo, su casa, sus nietos, su bisnieto, sus arrugas que no le hacen gracia, sus miedos, sus sueños y pesadillas, su depresión, su añoranza por su juventud, su deseo de no querer más arrugas ya, sus 81 años.


3 comentarios :

Comentando se pierde la timidez...